Porque vale la pena celebrar que la bicicleta sigue creciendo como medio de transporte en Colombia, El Tiranosaurio Digital les comparte este reportaje gráfico sobre La Bicicletada Usme, un revolucionario movimiento que pedaleando propone conocer esta tradicional localidad de Bogotá, creando al tiempo un espacio para compartir un buen rato con un grupo de amigos que va creciendo semana a semana.
Encontré con facilidad el lugar porque el Polideportivo La Andrea o Valles de Cafam, donde suelen iniciar los llamados, son fáciles de ubicar en Usme. La localidad quinta de Bogotá, más conocida por ser entre las 20 de la ciudad una con las mayores cifras de metros cuadrados verdes por habitante. 22.55.
Comencé el recorrido subiendo desde Colsubsidio Santa Librada hasta el Polideportivo La Andrea, donde llegué cansado por la irregularidad con la que monto bici; una que me prestó un amigo con tal de que se la entregara lavada al día siguiente.
Fui el segundo en llegar y por lo tanto me tocó ver a los colegas con los que emprendería la partida. O más bien, emprendería el reconocimiento de esta verde localidad, con personas que horas más tarde me relacionaria mejor.
Uno, dos, tres, cuatro y yo fuimos los que llegamos. Un local, una canadiense, un músico y uno de los promotores. –Es la primera vez que llegan tan pocos- Me dijo Diego Pachon, uno de los líderes de la iniciativa; la que él desea se reconozca como un movimiento que genere conciencia sobre los beneficios físicos, mentales y medioambientales del uso de este vehículo, cuya historia data desde el Antiguo Egipto.Y es cierto, las 11 ediciones previas a esta no han bajado de 15 ciclistas y han llegado en un buen jueves hasta cerca de los 40 – 50.
Dos ciclistas más llegaron minutos más tarde y nos dijeron que venían de Sierra Morena y Venecia, ambos amigos apasionados a montar bici y quienes querían conocer este movimiento porque donde viven aún no se dan estos recorridos, y mucho menos impulsados desde la comunidad.
Nos fuimos sin el promotor, todos no mayores de 30 años y el local nos indicó la ruta. Y justo a tiempo porque llegó el último acompañante, un señor muy jovial y buena gente, cuyo pasado evidenciaba cerca de 45 primaveras. Nos fuimos por aquí, por allá, por aquí por allá, bajamos, subimos, subimos más, subimos mucho y luego volvimos a bajar. De nuevo subimos y cogimos la vía al Páramo de Sumapaz pero rumbo hacia el Parque Ecológico Cantarana; un espacio de formación y educación ambiental que cruzamos por la parte de atrás, no antes sin pincharme y pasar por el taller de El Mono. Quien rápidamente me arregló ‘El caballito de acero’ y muy barato porque a él le agrada mucho la causa de la Bicicletada y de paso, porque se hace a nuevos clientes semana a semana.
Conocí mucho entre Usme el Pueblo y La Marichuela, pasé por la bogotana Barranquillita, Santa Marta, Alaska, y el usmeño Cortijo y El Virrey. Hablé con la canadiense Kait, compartí con el viejo Carlos, charlé con el músico Yecid, me hablé con el local Andrés, conocí a los visitantes Jhon y Freddy, y finalmente me despedí llegando a la Biblioteca Pública la Marichuela, de mis nuevos amigos, con los que seguramente me veré otro jueves de esos en los que la bicicleta se toma la zona quinta de Bogotá.
Para aquellos que desean conocer más sobre este movimiento los invito a unirse a través de La Bicicletada Usme.
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